141 aniversario del natalicio del General Francisco Villa
En una ceremonia solemne que se llevó a cabo en el parque de los Venados, esta mañana, autoridades capitalinas y familiares honraron una vez más la memoria y el legado del General Francisco Villa, al conmemorarse el 141 aniversario de su natalicio.
María Guadalupe Lozada León, Directora General de Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural de la Secretaría de Cultura de la Ciudad, presidió este importante acto en compañía de la Procuradora Social, Patricia Ruiz Anchondo, quien dirigió un emotivo mensaje a nombre del gobierno de la Ciudad, mismo que a continuación se reproduce:
Palabras de la Procuradora Social Patricia Ruiz Anchondo en la ceremonia conmemorativa
Sin duda alguna, los seres humanos somos producto de las circunstancias que nos toca vivir. En este sentido, la Historia de México está inmersa en las circunstancias de los momentos de evolución o involución que sufre la humanidad. Somos hijos adoptivos de Occidente. Por obra y gracia de la conquista española, Mesoamérica fue sometida a sangre y fuego a los pilares de este modelo “civilizatorio”. A lo largo de lo accidentado de nuestra historia, han existido personajes que con sus aportaciones y/o actuaciones han modificado el rumbo de nuestro destino como nación y hoy tienen estatura y dimensión universal. Junto con Moctezuma y Benito Juárez, Francisco Villa forma parte de los personajes mexicanos más destacados en el mundo.
Su leyenda blanca, leyenda negra y leyenda épica han trascendido nuestras fronteras y lo erigen como el personaje mexicano más polémico del siglo XX. Mucho se ha dicho que la revolución mexicana, fue la primera revolución social del siglo XX, y que como tal, puso de manifiesto que los mexicanos no sólo “no somos unos salvajes”, como algunos nos siguen llamando en Europa y Estados Unidos, sino que estamos a la altura de asumir nuestro destino con un modelo civilizatorio garantista, democrático y de derechos.
El oficialismo del PRI y el PAN, durante 90 años manejaron una versión de la historia fabricada para defender los privilegios de una minoría rapaz. Nuestro movimiento, desde sus inicios en 1988, rescató los ideales y principios de la Revolución Mexicana para contraponerlos en contra del neoliberalismo que estaba a punto de sentar sus reales en nuestro país. Hoy recordamos el natalicio del General Francisco Villa y el asesinato de miles de sus seguidores en la expedición punitiva encabezada por Pershing, no sólo para cumplir con la efeméride, sino también para analizar el comportamiento de los hombres que participaron en la gesta revolucionaria de 1910-17.
Los que una vez se unieron para derrocar la dictadura porfirista con Madero, se dividieron por desconfiar de la integración de su gobierno, presagiando la traición que años más tarde sufriría el presidente. Después del asesinato de Madero y del intento de la restauración de la dictadura encabezada por Huerta, se vuelven a unir para derrocarlo, lo logran y se convocan en la Convención de Aguascalientes, con la esperanza de unificar a los ejércitos revolucionarios en un solo proyecto y así proceder a pacificar el país.
La idea de unificar el país no se pudo concretar desde la Convención de Aguascalientes, ya que Villa y Zapata nunca estuvieron de acuerdo con que el poder presidencial recayera en mandos militares. Esto los pasó al bando de los perseguidos por el grupo de Carranza y Obregón, quienes encabezaron una campaña de desprestigio en su contra empezando por descalificarlos como ignorantes y bandidos. Estas calumnias, fueron la justificación de la persecución política y militar y de aniquilamiento de la cual fueron objeto.
Hoy recordamos la revolución mexicana para impulsar las reformas necesarias que nos lleven a alcanzar el cumplimiento de los derechos sociales y políticos de los mexicanos. Particularmente se requiere reformar el artículo 122 Constitucional para revertir la contrareforma constitucional de Enrique Peña Nieto y Miguel Ángel Mancera, quiénes diseñaron y se aseguraron de que se plasmara en ese artículo, la posibilidad de que los alcaldes de la Ciudad de México pudieran ser reelectos hasta por cuatro ocasiones. Villa y Zapata perdieron la revolución y fueron asesinados por sus antiguos compañeros de lucha, pero sus ideales quedaron plasmados en la Constitución de 1917. Murieron por la patria y se convirtieron en leyendas vivas, actuantes, reivindicadas por el pueblo y los movimientos que seguimos luchando por los derechos inalienables a la tierra, al trabajo y a la educación.
Al mismo tiempo que iniciaba nuestro movimiento en 1988, Friedrich Katz finalizaba una investigación de 30 años sobre Villa y el Villismo, dejándola plasmada en su biografía “Pancho Villa”. En este documento revela la verdadera historia de Villa y el Villismo. Aquella leyenda negra de que Francisco Villa fue un personaje siniestro, cruel y despiadado, sin educación , ni principios ni ideales, quedó atrás ante una investigación rigurosa que pudo haberse llevado a cabo gracias a la apertura de expedientes de la Secretaría de la defensa Nacional de México, los registros de la sección de Terrenos Nacionales del Archivo de la Secretaría de la Reforma Agraria y archivos estadounidenses como el de inteligencia militar y del FBI, así como de los archivos personales de muchos de los colaboradores de Villa, ya que como el mismo Katz señala, los archivos del Estado de Chihuahua fueron destruidos por el fuego en 1940. Gracias a Katz, hoy sabemos del complejo proceso que se vivió desde 1910 a 1923 que cubre las tres etapas más importantes de la gesta revolucionaria. Primero con el triunfo del maderismo, en donde el apoyo de los Chihuahuenses fue decisivo para la caída de la dictadura de Porfirio Díaz; luego en la lucha contra Huerta y los golpistas, para su derrota, la lucha de los ejércitos de Villa, Pablo González y Álvaro Obregón fueron determinantes. También aborda, cómo se vuelven a dividir los que luchaban por principios e ideales y los que ambicionaban el poder aún a costa de traicionar a los mexicanos. Gracias a Katz, sabemos del pacto secreto de Carranza con los Estados Unidos; que los militares norteamericanos apoyaron a Obregón para que sus tropas pasaran por su territorio, iluminando el campo de batalla para que éste pudiera ganar la batalla de Agua Prieta; y también de que a Villa le vendieron armas defectuosas y balas de salva para que Obregón lo derrotara en Celaya.
Todo esto lo supo Villa y quiso cobrárselo invadiendo Columbus. Pero la invasión a Columbus fue todo, menos un éxito. En ella murieron 17 civiles norteamericanos y más de 100 militares villistas. Esa acción militar de Villa, provocó que, en marzo del año 1916, el presidente Wilson ordenara la expedición punitiva con el propósito, no sólo de capturar a Villa, como en aquel entonces se dijo, sino con la intención de acabar con el villismo y apoyar al proyecto de Carranza. Gracias a Friedrich Katz, sabemos que existió el siguiente diálogo entre el Secretario de Guerra Newton Baker y el Jefe del Estado Mayor Hugh Scott en donde el Secretario de Guerra de Wilson le instruye a Newton “Quiero que envíe una expedición a México para apresar a Villa” y, añade Scott en sus memorias Esto me pareció muy extraño y le pregunté:
- Señor secretario, ¿Quiere usted que Estados Unidos le haga la guerra a un hombre? Suponga que se sube a un tren y se va a Guatemala, Yucatán ó América del Sur ¿Va usted a ir tras él?
- Bueno, no, no voy a ir- me dijo
- Entonces no es eso lo que usted quiere. Usted quiere que capturemos o acabemos con su banda- sugerí
- Si- me dijo- eso es lo que realmente quiero” Para ese entonces, los norteamericanos, consideraron a los integrantes del movimiento social y militar del villismo, sólo como unos bandoleros.
Aunque públicamente Carranza se opuso a la intervención militar estadounidense en el Estado de Chihuahua, sus tropas no opusieron resistencia y hoy sabemos que Carranza colaboró secretamente con ellos para hacer de Chihuahua un cementerio. La ocupación norteamericana con 10 mil hombres, fue acompañada de la ocupación carrancista con otros 10 mil. Veinte mil soldados persiguiendo al movimiento Villista. Miles de los integrantes del movimiento social y militar del villismo fueron asesinados, y sus familias dispersadas mediante el terror. Hubo varios de ellos que tuvieron que cambiarse el nombre para poder sobrevivir, es el caso de la familia del General Pablo López Aguirre, quienes fueron perseguidos hasta que Villa ordenó quemar el registro civil de San Andrés para que la gente de esa región se pudiera cambiar el nombre y así salvaron sus vidas.
Traigo esto a colación porque también un 5 de junio, pero del año 1916, el Supremo Tribunal de Guerra emitió la siguiente sentencia en contra de Pablo López Aguirre: “Por conjurar, maquinar, confabular, intrigar, tramar e incitar a la rebelión en contra del orden establecido por el gobierno revolucionario y constitucionalista. Por el asesinato de diecisiete ciudadanos norteamericanos pacíficos que se dirigían a Cusihuiriachi con el único afán de explorar aquella rica zona minera. Por haber invadido a los Estados Unidos en el ataque a Columbus el día nueve de marzo de este año de gracia, poniendo a nuestro valeroso país al borde de la guerra con aquella nación amiga. Y por ser aliado incondicional del enemigo número uno del gobierno el bandolero Pancho Villa. Este Supremo Tribunal de Guerra lo declara culpable de todos los cargos atribuidos y le sentencia a morir pasado por las armas a las doce del mediodía del cinco de junio de mil novecientos dieciséis en esta ciudad de Chihuahua en público de la gente.”
Según el diccionario biográfico revolucionario de Francisco Naranjo, (1935) estas fueron las últimas palabras que escribió a sus padres Pablo López Aguirre antes de morir: “En la entrada que nos dimos en Columbus resulté herido en mis dos piernas, tuve por hospital la sierra de Chihuahua y como no pasaré a la historia por ser del bando de los “malos” mi refugio ya había sido bautizado y su nombre remontará sobre los tiempos de los tiempos: La cueva de Pablo López, aunque mis adentros me dicen lo que yo quisiera: que la nación mexicana tuviera de mis esfuerzos por la patria tan solo un poco de consideración. Qué bien se leería: Escuela Elemental Pablo López. Otra cosa sería. Por la escuela el gusto me vino a más desde que el General nos hizo a todos los oficiales de su tropa buscar y reunir a todos los niños huérfanos de guerra o de pestes que en aquel tiempo en mucho se apreciaban, con ellos formamos las primeras escuelas de la revolución. Pero ahora lo único verdadero es que el paredón me aguarda. Ya oigo las órdenes y los redobles llenos de orgullo de los que viene por mí. Ellos me fusilarían sin saber que acaban a un hermano más. Los que vienen los trae el viento de la victoria que ahora les pertenece, pero no saben que mi muerte y las muertes de los que quedan se llevaran consigo la esperanza que nació en Cerro Prieto, Las Escobas, Tierra Blanca, Paredón, Zacatecas, Parral, Chihuahua y Ciudad Juárez. La sangre que inundó los surcos que aramos con nuestros andares revolucionarios.
Ya voy camino a mi patíbulo, mi último andar es un remedo, a mis veintiséis años la muerte me ha ganado la carrera. Estas muletas sostienen mi cuerpo dolorido, muy pronto partirá al confín lejano y desde ahí estaré mirando lo incierto del futuro de mi pueblo. ¡Cuánta gente! Mi muerte parece la feria de mi amado Satevó, aquel lugar hecho nudo en mis recuerdos de donde me trajeron prisionero y en donde quise cobrar cara la afrenta, ahorita en el mero final de mis finales me acuerdo que, arrastrándome, carabina en mano grité: “Si son mexicanos me entrego, si son gringos no”. Ya escucho la primera campanada de las doce. Mi adiós al pueblo todo, a todos y a los que no han venido a verme morir, a los que están a mi derecha: hambrientos y harapientos que sé muy bien que están comiéndose las lágrimas. A los de la izquierda: señores biennacidos los preocupados por la paz para poder vivir de sus nuevos intereses, y a los del centro: primer pelotón de fusilamiento que ya se apresta a revivir el mandato del verdugo, y al pelotón extraordinario que está por si mi pecho no recibe en su seno la primera descarga.
-Soldado primero, dos últimas gracias antes de morir: una cerveza y que se lleven al gringo, a ese que está ahí, ordenando con sus ojos: mi fin, mi muerte, su venganza.” Mi tío Pablo López Aguirre fue fusilado el 13 de junio de 1916. En el Estado de Chihuahua su recuerdo aún sigue causando escozor. El único homenaje que se le ha rendido fue en el año de 1983 cuando se permitió por parte del Gobierno del Estado que se le hiciera un mural efímero que lo recordara, en el lugar donde debió estar el muro que lo vio caer.
Hoy le rindo también homenaje en la efeméride que recuerda el 141 aniversario del natalicio del General Francisco Villa.
¡Viva El General Francisco Villa!
¡Viva el General Pablo López Aguirre!
¡Viva México!